El verdadero amor nunca es un camino de rosas, sino que se mantiene unido en medio de las tormentas. Si te cansas, sueltas; si te aburres, cambias de persona. Eso no es amor, es evasión. El verdadero amor es aquel que, incluso cuando las discusiones son acaloradas, nunca se ha pensado en dejarlo; es tener la certeza de que, a pesar de la decepción, se elige seguir dando oportunidades a la otra persona. El amor es como plantar flores, necesita riego y espera día tras día, no se trata de arrancar de raíz en cuanto se marchita. En este mundo no existen dos personas que estén destinadas a estar juntas desde el principio; todos los amores envidiables han pasado por innumerables peleas en la noche y compromisos. Él dejó de lado la costumbre del silencio, ella aprendió a expresar sus necesidades directamente, él recuerda todas sus restricciones alimentarias, ella entiende la presión laboral de él. Dos personas que toman la iniciativa para resolver problemas nunca se separarán, así que no pienses en cambiar de persona cada vez que discutan; hay que saber que el verdadero amor no es la ausencia de grietas, sino que, después de las grietas, se elige recoger los fragmentos y unirlos con comprensión para formar un todo más sólido.